viernes, 21 de septiembre de 2012

ALICIA KIRCHNER

José Sbatella, titular de la Unidad de Información Financiera

El economista José Sbatella presentó en la Feria del Libro Origen, apropiación y destinos del Excedente Argentino en la Post-Convertibilidad, un texto que se propone el desafío de definir, cuantificar pero también proponer destinos alternativos en cuanto a la apropiación y uso de la riqueza generada por el país.
 
–¿Por qué una teoría “local” sobre el excedente? 
–Los fisiócratas fueron los primeros que se ocuparon de cómo se distribuía la riqueza en una sociedad y los roles de las clases productivas e improductivas. Lo que nosotros intentamos, retomando este esquema, es que los conceptos teóricos que utilizamos se referencien en una interpretación desde nuestros países periféricos. 
–¿Cómo se define y mide para un país como la Argentina?
–Si un grupo económico, incluso de origen popular, tiene la capacidad de generar excedente y apropiárselo, tiene poder. Una teoría del poder, una teoría de la estratificación social, requería también de una teoría de cómo se genera el excedente. Este se define como el Producto Bruto Interno menos el Costo de Reproducción Social (CRS) de la población. Y el CRS es el salario de un operario no calificado al cual hay que sumarle la asistencia social del Estado (salud y educación gratuita) y restarle los impuestos al consumo. Ese costo depende de la lucha de clases histórica. La única posibilidad de explicar las diferencias en los CRS entre Brasil y Argentina, por ejemplo, donde Argentina claramente duplica a todos en Latinoamérica, es por la historia de lucha política de la clase obrera argentina. Ese CRS, como está definido por las relaciones de fuerzas históricas que se fueron dando, es un factor de tensión continua. Continuamente los sectores dominantes intentan bajarlo. A veces les ha ido bien. 
–¿Cuál ha sido el balance de la posConvertibilidad?
–En estimaciones anteriores, usando la Encuesta Permanente de Hogares, encontramos que el 20% de la población, el quintíl más rico, es el único que tiene la capacidad de ahorro para acumular excedente. Los otros cuatro quintiles, que son el 80% de las familias, consumen lo que ganan. Ese 20% normalmente tiene un patrón cultural que no es de acumulación de riqueza en lo productivo local –son investigaciones que ha hecho Basualdo, por ejemplo– sino que su patrón de conducta ha sido acumular afuera. Con la experiencia que hay, ese núcleo de la población, cuando hay crecimiento como el que hubo, donde casi duplicamos el producto, ese 20% duplica la capacidad de acumulación. Entonces, absurdamente, y a pesar de que son motores de oposición muy fuerte a un gobierno popular, en la práctica, en todo este período son los que más han acumulado liquidez y bienes.
–¿Por qué el comportamiento?
–Es un problema de la génesis cultural del capitalismo argentino y el destrozo que se hizo de la posibilidad que tuvo una burguesía que terminó con Gelbard, acerca de plantearse un esquema nacional desde la Nación argentina para disputar la inserción en el mundo. Lo que sí se ve, al estar transnacionalizadas la mayoría de las empresas, es que es muy difícil la reconversión hacia una burguesía autóctona, es casi como una utopía pensar que eso se pueda reconstruir. 
–Uno de los principales problemas que marca en el libro es la fuga de capitales ¿Hay un cálculo de cuántos dólares hay fuera del sistema?
–La primera estimación es de U$S 50 mil millones de dólares del Departamento del Tesoro americano en 1994. Pasamos a ser automáticamente, para sorpresa de todos, el país que más dinero per cápita tenía en ese momento en efectivo, más que la masa de dólares por habitante de Estados Unidos en efectivo. Según el Banco Central, para 2001 había U$S 20 millones más. Entonces, alrededor de U$S 70 mil quedaron en efectivo en el 20% más rico de la población. Esa estructura de apropiación histórica del excedente que está acá de un día para el otro es muy difícil que cambie. Con la libertad que hubo hasta el 2001 lo podías sacar y nadie te preguntaba nada. Esa masa de dinero financió la construcción interna después de la crisis de 2001. El excedente da para tener planes de vivienda, otra estructura de distribución. El objetivo nuestro es llamar la atención sobre que eso está. Está y hay que dar la lucha para que vaya donde uno quiere o por lo menos limitar los grados de libertad. 
–Una de las propuestas es gravar la compra de dólares. ¿Lo ve como algo viable?
–Por la buena o por la mala tenemos que recuperar la soberanía monetaria. Pensamos que, inclusive, la desdolarización de la Argentina requiere ponerle un límite a la facilidad con que se hacían las cosas. En el momento que hicimos la investigación todavía no había tenido lugar la corrida que se hizo el año pasado hacia el dólar para forzar una devaluación. Toda la política debería inducir a una desdolarización del pensamiento, que debería estar acompañada en algún momento con algún esquema alternativo de moneda latinoamericana o una unidad de cuenta superior. La Unasur plantea el sucre, nosotros hemos trabajado el tema de la moneda como instrumento soberano y de política económica. Tener una moneda común implica mucho más que una coordinación económica. Requiere que sea un espacio ideológico y cultural homogeneizado. Hemos sido críticos del euro y la Convertibilidad. El euro es una gran convertibilidad para ellos. Mantener las monedas nacionales sigue siendo una prerrogativa que hay que preservar. 
–Lo cierto es que cada vez que se busca direccionar ese excedente, en la Argentina se plantean oposiciones muy duras.
–Nuestra intención ha sido demostrar que la Argentina genera un excedente, que es uno de los sectores de la tierra casi privilegiado por las rentas naturales, que políticamente ha intentado en algunos periodos históricos direccionar el uso de ese excedente, pero cada vez que uno llega a esa posición es un conflicto extremo, en el sentido de que los que lo tienen no se van solos. Cuando uno ve, como ahora, que hay problemas donde interviene el poder de policía del Estado para esto, es una pelea muy fuerte, porque históricamente ese excedente tuvo una misma raíz de propietarios. Ese conflicto por el excedente va a continuar, pero cuantificarlo es desmitificar que este es un país que necesita vivir de prestado, endeudarse. En realidad nosotros hemos financiado el desarrollo de España con Repsol, más que la inversa. Me refiero a la posibilidad de vivir con lo nuestro, como decía Ferrer. <
 
Resistencias
 
“Lo que sí sabemos es que este funcionamiento genera acumulación concreta de riqueza en la sociedad. Se ve físicamente en la sociedad, pero además se ve que se la llevaron, entonces, esa cuestión básicamente ataca el corazón del horizonte del futuro. Tenemos que discutir dónde va a ir el excedente argentino en los próximos 30 años”, afirma Sbatella, no sin antes poner en consideración las enormes resistencias y conflictos que genera la lucha. “La pelea tiene que ver con ir elevando el CRS, no es menor lo que dicen las patronales del Norte, por ejemplo, que cuando subió el salario básico decían  ‘ahora no van a querer trabajar, vamos a tener que pagar el salario universal de los cinco hijos’. Para ellos fue un sacrilegio, digamos”, graficó.